El espectro femenino en ámbitos regulatorios

Como mujer feminista y activista, comparto los valores y principios de los pueblos indígenas. Comparto su sentido de comunalidad, autocuidado y conexión con la naturaleza. Comparto sus sueños y disfruto el constante intercambio que tenemos de saberes, ideas y propuestas. Me considero resultado de las luchas de mis ancestros, de mis padres, de mis abuelas y de mis abuelos, cuyas historias se iniciaron en diferentes territorios, desde el norte hasta el sur, y cuyos caminos se entrelazaron para resultar en mí y en mis luchas cotidianas.

Dentro de Redes A.C. encontré un espacio que me permite hacer valer mis raíces y vivir acorde a mis principios. A través de las experiencias convivo con pluralidades que enriquecen y suman. Como coordinadora de asuntos internacionales estoy en constante búsqueda de espacios para que sueños y pensamientos pluridiversos sean escuchados en foros, cumbres o eventos de incidencia internacional. Estos espacios, que suelen representar poder e influencia y donde la pluralidad es necesaria, en la realidad limitan y se centran en la representación en unos poquísimos cuantos, dejando de lado a los demás.

Las comunidades indígenas, dentro de sus procesos de comunicación y autonomía, se han visto involucradas en el desarrollo de tecnologías de información y comunicación (TIC), lo que las ha puesto, sin haberlo pedido, dentro de la agenda del sector de las telecomunicaciones. Lo que para ellas es un elemento vital de su cosmovisión y un bien común, como es el aire, la perspectiva del Estado lo convierte en espectro radioeléctrico, “un recurso natural, de carácter limitado, de dominio público”, creando un paradigma sobre el mismo concepto.

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